poesía con "P" mayúscula.

Cuando lo leí por segunda vez, me di cuenta de que ya había perdido de nuevo. Era otro premio literario, era otro "NO" en toda la cara. Una bofetada seca y masiva a la altura del orgullo. Un gatillazo, de nuevo. 

El defecto más cristalino de quien escribe, es la vanidad. Y si además escribe Poesía (por favor, mayúscula siempre en la letra "P"), el defecto cobra otra dimensión. Porque, a fin de cuentas, las personas tendemos a considerar un premio literario como una competición. Y esto no se basa en quién mete más goles. La Poesía es una competición en sí misma. Es una carrera de larga distancia. Y sólo compites tú. Tu trabajo debe consistir en escribir un poema mejor que el anterior. Siempre creerás que tu último poema es tu más grandilocuente obra de arte. Y lo siento muchísimo pero, una vez más, esto no funciona así.

Siempre he cuidado mucho a qué premios literarios me he querido presentar, y siempre que me he presentado a alguno, he creído ciegamente en mis posibilidades de victoria. Últimamente, de hecho, creía incluso que estaba demasiado cerca de conseguirlo. Pero la realidad en ocasiones se empeña en aparecer cuando uno menos la necesita: el primer domingo de otoño, por ejemplo.

Tuve que leerlo dos veces. Dos exactas y precisas lecturas para desintegrar un nuevo sueño, uno diferente a los otros anteriores pero que, en consecuencia, nunca deja de ser el mismo sueño. Tuve que leerlo dos veces para comprender que el premio había sido declarado desierto.

Lo que más le duele a alguien que escribe (y más aún si escribe Poesía), es que nadie gane el premio literario.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Por qué besamos tanto los obsesivos compulsivos?

¿Un libro basta para definirte?

La última vez que sentí algo por primera vez.