Odio la pereza.
Hace unas semanas un buen amigo mío me dijo que " los edificios son el paisaje de las ciudades ". Qué razón no tendría, que ahora tardo más en llegar al trabajo. Ando lento porque tengo que mirar los edificios con los que me cruzo. Cada uno de ellos. Repito: cada-uno-de-ellos. ¿Siempre he sido así? Quiero decir, ¿Me acabo de dar cuenta del tipo de hombre que soy sólo porque miro los edificios que antes olvidaba mirar? Echo la vista atrás y no me arrepiento de nada. Ahora bien, lo haría todo de otra forma. Supongamos que eso es una cuestión de madurez. El pasado entonces es cada error que he vivido. Lo que aspiro a ser es mi futuro más lejano (nunca lo alcanzaré, por lógica). Supongamos también que eso que llamamos destino es una cuestión de fe. Entonces, ¿madurez y fe son válidas en una misma persona? La madurez es inversamente proporcional al valor. Cuanto más viejo, más cobarde. Siendo la persona que creo ser, tendría que retractarme de esta última frase, ¿verdad?