Una bala en la recámara.

Estoy en la onda, 
volando alrededor del Mundo, 
a punto de estrellarme 
en un punto cualquiera 
de tu infinita anatomía.

Estamos en sintonía, 
frecuencia modular 
de latidos animales. 
Hablemos de acariciarnos 
y que no suene a desastre.

Gracias recámara, 
por dejarme solo 
con esta bala perdida 
que es la fortuna. 

¡BANG!

No me arrepiento de disparar. 
Las pistolas tienen su función. 
Como los besos, 
como el corazón.

Que la vida me dure 
lo que tarda un disparo 
en alcanzar a su víctima.

Y que quererte me sirva
como excusa de plomo
para un final de muerte.

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