Tu cuello es una verdad fingida.

Una noche de verano
dos truenos como dos latidos
se posaron en tu cuello.

A esas marcas de tu cuello
tú te empeñaste en llamarlos lunares.
Para mí son otra cosa.

Como nosotros.
Nosotros somos otra cosa.
Nosotros somos lo que sigue,
lo que nace, lo que muere.
Somos carne y hueso,
sangre y esfuerzo,
somos un futuro pasado,
una sombra y la otra.

Somos una garra y un colmillo,
un agujero y su tornillo.
La dirección del viento,
su contracorriente,
el aspa de un molino,
la mitad de un camino.

Somos aire herido
y la sal que lo cicatriza.
Somos agua y arroyo,
lo profundo, el hoyo.
La envidia de una piedra,
la caricia de la hiedra.
Somos un enorme desliz
en la arruga de un tatuaje.
Somos labio y carmín,
el invierno y su pelaje.
Un principio y su final,
y el mediometraje.


Somos una verdad fingida
en la vida equivocada.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Por qué besamos tanto los obsesivos compulsivos?

¿Un libro basta para definirte?

La última vez que sentí algo por primera vez.