Las cosas que antes dolieron.

Me di cuenta de que ya no me aburre que te tiraras media hora en el baño maquillándote. Ni que dudaras hasta el último suspiro con qué vestido ponerte, justo cuando yo abría la puerta y pensaba en marcharme, en darnos por vencidos.

Ya no me canso de tus interminables quejas a la sociedad, a mi manera de hacer la vida, a la política, que tú seas tan diestra y yo tan rojo. Puedo soportar cómo sonreías en el trabajo, cuando no estabas conmigo (cuando más guapa estabas).

Porque ahora sé que tú no eras una cuadricula, sino un desastre preestablecido. Porque aprendo con las cicatrices que una herida sólo sangra cuando estás triste. Y no veo en mí ni una sola marca, ni un sólo rasguño que no se alegre al recordarte.

Todos tus defectos eran superficiales y maravillosos. Sólo yo no estuve a la altura de una ruptura extraordinaria.

Gracias por todo aquel daño. Por fin puedo lamerme las heridas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Por qué besamos tanto los obsesivos compulsivos?

¿Un libro basta para definirte?

La última vez que sentí algo por primera vez.