Requisitos para una relación a largo plazo: fracasos.


He debido fallar mucho a lo largo de mis relaciones, porque perdí la confianza en el momento en el que le rompí el corazón al romperme ella el mío. No debí haber destruido cada trozo de su alma (si es que existe el alma), en discusiones que tendían a infinito y con muchas letras algebraicas jugando al escondite entre nuestras palabras.

Ahí radicó el problema: demasiadas incógnitas en un amor bicéfalo y sin bozal. En eso estamos de acuerdo. Pero, ¿qué es el alma? ¿y en qué consiste? Soy un ateo confeso que no cree en la religión pero sí en el destino.

¿Qué connotación guardan el destino y el alma? A veces me resultan la misma cosa, un mismo todo. Porque el destino es lo que va a suceder en el próximo segundo: tiene carácter irreversible e irreductible, y si pestañeas, te lo podrías perder. Y el alma es la imprenta personal que adquiere ese segundo cuando pasa por nosotros. Así pues, el alma consiste en nuestra propia huella dactilar al marcar de forma ineludible los segmentos del tiempo.

Hubo un momento en el tiempo
donde el destino,
el alma,
ella
y yo
éramos uno solo.

Pero hoy, ahora, no.

Todavía me pregunto por qué dejamos de confíar el uno en el otro. Creo que fue ahí donde se perdieron nuestras almas.

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