Un Domingo cualquiera.




¿Cómo salir ileso de un choque frontal? 

¿Cómo esquivar las palabras que se hieren en el filo del aire?

¿Estoy preparado para esta voluntad involuntaria de sobrevivir? 

¿Por qué sigue siendo tu voz el hueso de mis oídos y la nuez rota de mi garganta?

Y, ¿por qué tu nombre es la contraseña para acceder a mi corazón?



Pongo esta canción, y 
me harto de escribir. Me harto de todo. Me tienes harto 
con tanto silencio, tanta simpatía que no es mía.

Estoy harto 
de mí y de tanto cuídate.

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