Caja de herramientas.








A veces para darnos la mano

tenemos que aprender

cómo funcionan las caricias.





Es el principio de todo vínculo: la caricia. El modo de tocarnos y de dejarnos tocar. La manera de respetar cada una de las líneas de otro cuerpo y violar la curvatura de un sentimiento. Hay que construir el tacto desde el interior, pues de ello nos alimentamos.

No puedo vivir sin una caricia de otro cuerpo sobre mis manos. Entiendo que éstas nacieron para sentir otra piel, y jamás me bastará con los milímetros de tacto de mis dedos. 

Es cuestión de insaciabilidad. Como quien tiene una caja de herramientas y busca comprarse otra nueva, pero más grande.

Así me siento cada día que me voy a la cama, y empiezo a recordar que no te acaricié tanto como te merecías.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Por qué besamos tanto los obsesivos compulsivos?

¿Un libro basta para definirte?

La última vez que sentí algo por primera vez.