Amor superficial.


Quien diga que las cosas materiales no son importantes es un mentiroso de mierda. Porque desde que te conozco, no soy más que una marioneta a tus pies. No concibo la noche si no te la deseo feliz, ni entiendo la mañana sin tu despertar. El móvil es una extremidad más de mi cuerpo: conecto diréctamente contigo, o te busco en él hasta la conjuntivitis. 

Todas las cosas materiales cobran significado y dejan de ser insignificantes. Porque me recuerdan a ti. Encuentro en ellas tu olor, y la manera en la que tú respiras. Cojo las fotos nuestras colgadas de mi pared para hallar en ellas tus huellas dactilares y así, al tocarlas, sentir que conecto contigo y con la imagen a un nivel superior. 

Me faltan los besos. Pero, ¿cuántos de ellos todavía pelean incontenibles en los recovecos de mi almohada? Hasta he comprado tu carmín de la marca Nostalgia, y escribir en cualquier papel tu nombre en rosa una tarde alegre, y en rojo furtivo para una noche loca.

Porque me acuerdo de ti aunque no quiera acordarme. Por eso las cosas materiales son tan importantes, porque nuestros cuerpos siempre fueron juguetes para mayores de dieciocho años.

Las cosas materiales importan, pues yo soy un juguete de una mujer llamada Destino.

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