¿Y si tus labios fuesen mis auriculares?
Llego a la habitación en una noche perdida en el verano. El día se llama Julio. Hemos vuelto a discutir.
Me pongo el pijama (me quito la ropa y las zapatillas), y miro hacia la cama en un plano picado; ambos estamos de acuerdo en una cosa: no estás ahí.
Las sábanas revueltas y sin vestir, la almohada es un nido de enfrentamientos pasados entre tus dudas y mis certezas. Y yo un soldado errante que vaga sin movimiento por la enramada de mi alcoba.
Entonces me siento solo y triste y hundido. Porque me has perdido y no hemos sabido mantenernos en la distancia, en la perspectiva. Y siento un vacío en el mundo que encierro detrás de la puerta y la ventana, que solo tú podías llenar con palabras.
Palabras. Eso hemos perdido.
Serán errores de llamada, o que el buzón de tu voz está estropeado, pero de ti solo me llega un silencio inquebrantable y una sensación a derrota inmensa.
Me tumbo en la cama. Corrijo: me tumbo en mi lado de la cama, y apoyo la cabeza en mi lado de la almohada, poniéndome en posición fetal mirando a tu sitio. Cojo el iPod y pongo música, "You And Me", de Lifehouse. Una de esas canciones que indefectiblemente hablan de ti y de mí.
Este es el único mecanismo de defensa para el dolor invisible de echarte en falta, el dolor de las palabras que se cortaron y no llegaron (o no enviaste).
Esta es la única manera que tengo de que tus palabras lleguen a mis oídos.
Tan bonito como triste. A veces es mejor recurrir al silencio que a las palabras que a veces pasan por nuestra cabeza.
ResponderEliminarSi tristemente hablaras en primera persona, te pediria que dejaras de escuchar canciones en las que hablas de ambos, y coger el telefono, e intentar una y otra vez arrancar esas palabras que tanto añoras y si esas palabras ya no existen, el que tendra que recurrir al silencio, al pensamiento y al desasosiego de no saber a que recurrir para recuperaros, si aun se puede, serás tú.